Ezequiel 42-45
Lee los capítulos 42 al 45 del libro de Ezequiel en nuestra lectura de hoy.
En estos capítulos se nos describe el templo, y como Dios comienza a poner todo en orden cuanto a el servicio dentro de él.
En el pasado, los sacerdotes y levitas, habían profanado el templo, es por eso que habían sido castigados por Dios y llevados a Babilonia.
Ahora mientras Dios está poniendo el orden, nos recuerda aquellas cosas que son esenciales en cuanto al servicio y la adoración.
Es un privilegio adorar a Dios, y esto sólo fue posible por lo que Jesús hizo por nosotros en la cruz, al morir y resucitar, abrió un camino nuevo para acercarnos confiadamente a nuestro Dios.
En Romanos 12:1 se nos dice que la adoración más lógica, más congruente con las misericordias que hemos recibidos es presentar nuestro cuerpo como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios.
Ahora nosotros somos, individualmente y corporalmente como iglesia, el templo del Dios vivo. Y somos reyes y sacerdotes delante de él, llamados a enseñar la diferencia entre los santo y lo profano, y a discernir entre lo limpio y lo no limpio. Hagamos esto, ya sea en nuestras casas o en la iglesia, no sólo con palabras sino también con hechos.
En estos capítulos se nos describe el templo, y como Dios comienza a poner todo en orden cuanto a el servicio dentro de él.
En el pasado, los sacerdotes y levitas, habían profanado el templo, es por eso que habían sido castigados por Dios y llevados a Babilonia.
Ahora mientras Dios está poniendo el orden, nos recuerda aquellas cosas que son esenciales en cuanto al servicio y la adoración.
Es un privilegio adorar a Dios, y esto sólo fue posible por lo que Jesús hizo por nosotros en la cruz, al morir y resucitar, abrió un camino nuevo para acercarnos confiadamente a nuestro Dios.
En Romanos 12:1 se nos dice que la adoración más lógica, más congruente con las misericordias que hemos recibidos es presentar nuestro cuerpo como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios.
Ahora nosotros somos, individualmente y corporalmente como iglesia, el templo del Dios vivo. Y somos reyes y sacerdotes delante de él, llamados a enseñar la diferencia entre los santo y lo profano, y a discernir entre lo limpio y lo no limpio. Hagamos esto, ya sea en nuestras casas o en la iglesia, no sólo con palabras sino también con hechos.