Ezequiel 46-48
Hoy terminamos el libro de Ezequiel, lee los capítulos 46 al 48.
Ezequiel es guiado a recorrer los diferentes lugares del templo, incluso hasta las cocinas donde los servidores cocían las ofrendas. Lo que me llama la atención es el príncipe adorando, porque habían pasado muchos líderes, Reyes y sacerdotes que no lo hacían y si lo hacían, adoraban otros dioses no al Dios verdadero.
Pero también Ezequiel puede ver el río de agua que fluía desde la casa, desde el templo. Una corriente de agua que limpia, sana y trae vida al Mar Salado, también conocido como el Mar Muerto.
El Espíritu de Dios es descrito por el mismo Jesús como un río que salta del interior del creyente, haciendo fluir agua para vida eterna. Ese Espíritu, el Espíritu Santo, está disponible para todo aquel que cree en Jesús como el Señor y Salvador.
Jesús en nuestra vida puede hacer todo nuevo, haciendo que nuestro pasado se quede en el pasado y no lo estemos arrastrando hasta ahora. ¿Estás cansado de cargar el peso por tantos años?
Jesús puede quitarte no solo ese peso, sino el pecado y traer vida a tu vida.
Ezequiel es guiado a recorrer los diferentes lugares del templo, incluso hasta las cocinas donde los servidores cocían las ofrendas. Lo que me llama la atención es el príncipe adorando, porque habían pasado muchos líderes, Reyes y sacerdotes que no lo hacían y si lo hacían, adoraban otros dioses no al Dios verdadero.
Pero también Ezequiel puede ver el río de agua que fluía desde la casa, desde el templo. Una corriente de agua que limpia, sana y trae vida al Mar Salado, también conocido como el Mar Muerto.
El Espíritu de Dios es descrito por el mismo Jesús como un río que salta del interior del creyente, haciendo fluir agua para vida eterna. Ese Espíritu, el Espíritu Santo, está disponible para todo aquel que cree en Jesús como el Señor y Salvador.
Jesús en nuestra vida puede hacer todo nuevo, haciendo que nuestro pasado se quede en el pasado y no lo estemos arrastrando hasta ahora. ¿Estás cansado de cargar el peso por tantos años?
Jesús puede quitarte no solo ese peso, sino el pecado y traer vida a tu vida.