Mateo 14-16

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Jesús continúa mostrando su poder sobre la naturaleza, su creación, multiplicando panes y peces para alimentar a multitudes. Su poder sobre la enfermedad, sanando de maneras sorprendentes y adquiriendo fama a través de esto. ¿Y como no? Si los mudos hablaban, los mancos eran sanados, los cojos andaban y los ciegos veían. Y como resultado glorificaban a Dios.
Algunos milagros los hacia públicamente, donde multitudes eran sorprendidas pero otros, los hacía solo frente a sus discípulos.
Jesus caminó sobre el mar, le permitió a Pedro hacerlo también. Provocando que ellos lo identificaran como el Hijo de Dios.
Pero cuando les preguntó qué decían acerca de él, le respondieron que la gente pensaba que era Juan el Bautista (quien había sido ejecutado por Herodes) o Elias o Jeremías o algún profeta.
Pero cuando les pregunto a ellos, Pedro, hablando por todos lo identificó como el Cristo, el hijo del Dios viviente. Esto no era una conjetura a la que Pedro había llegado, Jesús le dijo: mi padre que está en los cielos te lo ha revelado.
Podemos ver muchas evidencias de lo que Jesus puede hacer, pero solo una revelación de Dios nos puede hacer que identifiquemos quién es el.